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UN BUEN CONSEJO A LOS HOMBRES Juan Antonio Alix

UN BUEN CONSEJO A LOS HOMBRES

Un alerta a las mujeres

El que hoy no halle el modo
De gozar sin nada hacer,
Que se busque una mujer
Que lo mantenga de un todo.
Así vive a su acomodo
Siempre harto y galanito,
Sin faltarle un mediecito
De continuo en el bolsillo
Para el dulce, el cigarrillo,
Y tomar el putonsito.

Al que la suerte le toca
De hallar así una madama,
Le lleva el agua a la cama
Para enjuagarse la boca.
Como ella se vuelve loca
Agradando a su musié,
También le lleva el café,
A la cama en su cacharro
Candela para el cigarro
Y gozando vive usté.

Ella le lava los piés
Y le limpia los zapatos,
Compra, vende y hace tratos
Porque de su cuenta es.
Ella también paga el mes
O el alquiler de la casa,
El diario para Ia plaza
Ella también lo trabaja;
Y así con esta ventaja
¿Qué demonio, no se casa?

A las diez de la mañana
El que quiere se levanta,
Y una cancioncita
Mientras tanto se engalana.
Y a correr la caravana
Puede marcharse en seguida,
Pero antes de la salida,
Ya conviene esta amenaza:
“Pringá si al volver a casa
No está lista la comida”.

Y si acaso al mediodía
Le guarda un rico bocado,
Le dice usté con agrado:

Ven, dame un beso, alma mía,
Tú eres toda mi alegría,
Tú eres mi ángel verdadero,
Y el día que coja dinero
Ya tendré la precaución,
De comprarte un polizón,
Una manta y un sombrero.

Como las mujeres son
Todas a cual más creída,
La mujer lo cree en seguida
Y comienza a dar razón,
Donde venden polizón,
Las mantas y sombreritos,
Donde los hay más bonitos
Y de la clase más buena,
Y usté con su timba llena
Le pinta allí pajaritos.

Pero cuando llega el día
Que no hay nada que mascar,
El garrote empieza a obrar
Con toda su jerarquía.
Entonces no hay alma mía,
Ni mi vida, ni mi cielo,
Aquél es un día de duelo
Pues de loza habrá mil bajas,
Y los tiestos de tinajas
Rodando allí por el suelo.

Cuando un caso así acontece
Los vecinos van llegando,
Y cada cual preguntando:
Señores, ¿qué cuento es ese?
Y si el hombre no carece
De chispa y disposición,
No hay otra contestación
Por cierto más adecuada:
“Vecinos, aquí no hay nada,
Era matando un ratón”.

Y la mujer por tapar
Los leñazos que le han dado,
No dirá lo que ha pasado
Al que le va a preguntar.
Y si no puede ocultar
En la frente algún chichón,
Dará por contestación
Que ese golpe ha necibido
Sin querer, de su marido,
Por darle un palo al ratón.

Y si acaso hay mudanza
De parte de la mujer,
El hombre la hace volver
A la casa sin tardanza.
En dándole usté esperanza
Que no habrá más cud batón
0 si no en companación,
Le habla usté de amor sincero,
De la manta y el sombrero
Y también del polizón.

Pero hay otra manera
De poner Ia pica en Flandes,
Y es buscar de casa grande
Una buena cocinena.
La comida sobrancera
Siemprie tendrá el queridito,
Andará siempre bonito
Sin saber lo que es miseria,
Pues a algunas en la feria
Siempre les queda un piquito.

El que obtiene una querida
Que cocina en casa rica,
Eso muy claro se explica
Que tendrá buena comida.
Y además de buena vida
Vendrá a ser un Flammarión,
Pues siempre en observación
Vive con su astronomía,
Mirando al astro del día
Para saber qué hora son.

Así el que tenga gana
De vivir lo más bonito,
Buscándose así un palito
Vivirá a Ia moda haitiana.
La mujer allí es que afana.
El hombre vive planchado,
De bombo y cuello parado
Sin levantar una paja,
Pues el mañé que trabaja
Sin duda está condenado.

Y apuesto una burra hermosa
Con un 8 bajo el rabo,
Que las mujeres al cabo
Todas dinán esta cosa:
“¡Ay! ¡qué gracia tan mohosa!
Con que la pobre mujer
Se obligue así a mantener
A guagüeros mamalones,
Que viven de zangandones
¡Gozando y sin nada hacer!

Chúpense ese cajuil, bien dicho.

Juan Antonio Alix

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