LOS BRUJOS Y ADIVINOS EXPENDEDORES DE GUANGUA
Señores, no hay más que hablar
Sino empuñar los motetes,
Y meniemos los jarretes
Si nos queremos salvar.
Ya no hay más sino emigrar
Para países lejanos,
Porque hay dominicanos
Tan fuertes con el guanguá,
Que aquí los tenemos ya
Peores que los haitianos.
En los campos y poblados
Abundan muchos rabinos,
Que se las dan de adivinos
O de brujos muy templados.
Y también de muy letrados
Se las dan, no digo yo,
Algunos papá bocó,
Que muchos de esos pilluelos,
Aunque usan espejuelos
No conocen ni la O.
Cuando así en comparación
Pierden algo en una casa,
El dueño en seguida pasa
Donde un brujo mamalón.
Y al rezarle una oración
Con vela y rosario en mano,
Y con la pimienta un grano
De guinea o de demonio,
Le soplan un testimonio
Al vecino más cercano.
De continuo una plebeya
Le paga a un brujo tunante,
Por tener dizque a su amante
Metido en una botella.
También la niña doncella
Donde un brujo suele ir,
Para poder conseguir
Que su novio no la deje,
Ni que tampoco se queje
Cuando ella lo haga sufrir.
Otras van muy abrigadas
Por no darse a conocer,
De noche, para tener
Sus consultas muy privadas.
De allí salen pertrechadas
De polvos y de bebidas,
De unturas y de comidas,
Y de unas cuantas recetas,
Para poner en muletas
De su macho a otras queridas.
Otros les suelen llevar
A un brujo su arma de fuego,
Para que ella desde luego
Jamás le pueda mancar.
A esto llaman ensalmar
Como a los niños también,
Para que libres estén
De mal de ojo y brujerías,
Y otras miles tonterías
Que los brutos tanto creen.
Muchos van allí a comprar
Los bolcícos o macutos,
Pues con esto creen los brutos
Que no les pueden tocar.
Ni les pueden nunca entrar
Las balas cuando pelean,
Y todos esos que emplean
Tan atroz superstición,
En la guerra casi son
Los primeros que gotean.
Aunque lo dicen los ecos
No son más que disparates,
Que existen ciertos magnates
Que consultan con muñecos.
Esos son huevos culecos.
Lo que vale es energía,
Talento y sabiduría
Marrulla, plata y valor,
Que en el mundo es la mejor
Y más grande brujería.
Juan Antonio Alix
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