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Dictadura de Rafael Leonidas Trujillo



Políticas Económicas de la Dictadura de Trujillo.

La depresión del 1929 trajo como consecuencia una tendencaia hacia la monopolizacion y la intervencion del Estado en l a economia. En el caso de la Republica Dominicana, cuya economia se caracteriza por ser esencialmente agroexportadora este proceso se produjo paralelamente a la formacion y consolidacion del aparato industrial. La principla industria dominicana siguió siendo la azucarera, cuya produccion, como sabemos, esta designada al mercado exterior, alcanzando durante los años de la dictadura un alto desarrollo (se calcula que representaba el 80% del aparato productivo e industrial) los demás productos agricolas de exportacion siguieron siendo los mismos que se consolidaron en el S XIX durante la dictadura de Lilís, a saber: tabaco, café, y cacao.

Paralelamente se desarrolló una industria manufacturera cuya produccion estaba destinada al mercado interno (ocupaba el 20% restante) esta industria liviana estaba destinada al consumo domestico de alimentos bebidas calzados, vestidos, muebles, y papel. Existia tambien un cierto desarrollo de la industria de materias primas como la de l cemento , textiles, cueros, oro, madera, y bauxita.

La explicación de este desarrollo se debe a:

Trujillo logró especializar la mano de obra en la industria a partir de una politica migratoria controlada campo-ciudad. Los campesinos eran incorporados al trabajo en las industrias conviertiendose en trabajadores asalariados.

Esta politica migratoria no significo la desaparicion de la produccion agropecuaria; al contrario fue fortalecida por Trujillo mediante el despojo de las tierras a los campesinos y la necesidad de incorporarse al trabajo asalariado en las grandes propiedades agrarias cuyos productos estaban destinados a la exportación.

El desarrollo del mercado interno se hizo incentivando el consumo a través de medidas represivas. Algunos ejemplos: Trujillo compró la Fabrica Dominicana de Calzados (Fadoc) y mediante la Ly 854 se dispuso el castigo severo a los transeuntes urbanos que estuvieran descalzos. Adquirió la PIDOCA , para lo cual se dispuso que las viviendas debian ser pintadas cada año. Se hizo dueño de la central lechera y poco tiempo despues promulgó el reglamento 330 “Sobre calidad y salubridad”. La aplicación de ese reglamento supuso el cierre de 29 empresas lecheras, que no cumplian “con los requisitos cumplidos en el reglamento”.

Trujillo mantuvo una politica de monopolizacion de la industria, la banca, y el comercio, pero sin afectar ni competir con los intereses de las grandes compañias de capital extranjero o nacional, que se habian convertido en aliados del regimen. Era , por ejemplo, el propietario de muchos ingenios, pero no compitió ni sacó de mercado a la familia Vicini, promotores del dulce del S XIX, ni a la Gulf and Western. La Alcoa, empresa minera destinada a la extensión de bauxita, la Falconbridge, firma multinacional especializada en la extensión del ferroniquel y la Rosario Mining Company, para explotar las minas de oro, lograron instalarse en el país durante la dictadura y operar sin dificultad; lo mismo se puede decir con las grandes firmas licoreras Bermúdez y Brugal compañias de capital nacional que mantenían un oligopolio muy lucrativo sin intervención del dictador.

Este monopolio de la economia dominicana por manos de Trujillo se logró mediante dos fases:

1era Fase:

Para 1930 se estableció el monopolio de la carne y de la leche a favor de Trujillo, este monopolio incluía procesarlas ,comercializarlas y luego de establecido todo el control sobre las mismas.

En esta época Trujillo adquirió la ferretería Read que era una de las mas grandes casas- distribuidoras. Más tarde dispuso que todas las compras del estado fueran hechas en esa casa comercial.

Para 1931 Trujillo se apropió de las licencias para exportar cacao, café, que luego se extendió a todas las exportaciones.

Para 1932 se promulga la ley de Seguros por Accidentes de Trabajo y se crea la compañía de Seguros San Rafael en la que Trujillo era el accionista principal. Luego obligó a las empresas a asegurar a sus empleados en dicha compañía. En ese mismo año tambien se creó el monopolio de la producción y comercialización de sal, prohibiéndose su exportación local. Mas tarde se creó Salinera C X A.

2da Fase

Para finales de la época de 1930 Trujillo había adquirido el control de la producción agrícola del comercio exportador, y dominaba toda la economía. El círculo de la burguesía comercial lo había ampliado notablemente.

EN 1935 Trujillo adquirió la Compañía Dominicana de Tabaco y eliminó la competencia.

En 1937 se constituyó el monpolio de las grasas comestibles a través de la creación de la Sociedad Industrial Dominicana, que procesaba el aceite de maní y luego inició la producción de otros renglones.

EN 1938 creó la Sociedad Bancaria que se encargaba de los préstamos. Estos préstamos eran controlados por su esposa María Martinez .

En 1939 Trujillo inicia el monopolio del arroz y el control de la exportación del mismo a través de la Exportadora Dominicana C X A. Y constituyó tambien el monopolio del calzado a través de FADOCO.

Terror politico.

Formas de Resistencia

A pesar de grandes mecanismos de control, Trujillo tuvo que enfrentar numerosas conspiraciones e invasiones de exiliados organizadas casi inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial: en junio de 1949 se produjo la invasión de Luperón y en junio de 1959 la de Constanza, Maimón y Estero Hondo.

La represión de la dictadura fue muy dura y cruel. A partir de los años 50 las cárceles estaban llenas de conspiradores, y en el exilio había una oposición sistemática al régimen. Uno de los crímines de la dictadura que más ha calado la conciencia y la memoria colectiva fue el de las tres hermanas Mirabal: Patria, Minerva y María Teresa, ocurrido el 25 de noviembre de 1960 enla carretera de Puerto Plata, cuando las tres regresaban de visitar a sus esposos, presos en la cárcel de esa ciudad.

A continuación una descripción de estas diversas formas de resistencia:

Movimiento 14 de Junio

El surgimiento del Movimiento 14 de Junio

Con el fin de desencadenar la lucha contra la tiranía trujillista, en la segunda mitad de 1959 se constituyó, en gran parte del territorio dominicano, una organización clandestina que terminó siendo denominada Movimiento Revolucionario 14 de Junio. Como avance de un estudio general, en este artículo se analiza una de las tantas organizaciones que convergieron como producto de las expediciones de junio de 1959. Junto a la profundización de rasgos generales del Movimiento se advierte la heterogeneidad de sus organizaciones, producto de la diversidad de relaciones sociales en los distintos entornos regionales del país, así como de la fragmentación que se desenvolvían los núcleos conspirativos. Desde el momento en que los documentos son escasísimos, la historia germinal del 14 de Junio solo es factible de realizarse sobre la base de entrevistas, procedimiento que comporta la ventaja de incorporar las motivaciones y consideraciones subjetivas de los protagonistas.

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A lo largo de la dictadura de Trujillo, la ciudad de Puerto Plata era reconocida como arquetipo de la disidencia. Por esto las expediciones desde el exterior procuraban desembarcar en sus cercanías. No fue casual que la única incursión contra Trujillo antes de 1959 se hiciera en la provincia, por Luperón, el 19 de junio de 1949, en base a acuerdos con la organización clandestina denominada Frente Interno, que tenía su principal base en Puerto Plata. En esa ocasión, víctimas de un agente provocador, fueron detectados los dos jefes puertoplateños del Frente Interno, Fernando Suárez y Fernando Spignolio, quienes perecieron después de ser cercados y haber ofrecido heroica resistencia durante toda una noche. En los días subsiguientes, más de veinte de los conjurados fueron asesinados. Un golpe tan demoledor impidió que volvieran a formarse grupos organizados en la ciudad, pero el descontento generalizado se mantenía incólume.

Trujillo reaccionó ante la hostilidad puertoplateña castigando a la ciudad, la cual quedó en un excepcional estado de abandono, casi comparable a los de Monte Cristy y Sánchez. Los importadores eran presionados para que utilizaran los servicios navieros del dictador, que se llevaban a cabo a través de la capital. Por eso, fue desmantelado el Ferrocarril Central y dejaron de llegar al puerto varias líneas de buques, desapareciendo las empresas consignatarias o trasladándose a Santo Domingo. Puerto Plata, empero, seguía considerada "ciudad industrial" por la existencia de unas pocas empresas, como Brugal y Co., la Fábrica Nacional de Fósforos de la familia Ariza, una fábrica de pastas propiedad de norteamericanos y luego la Chocolatera Industrial. Pero, en el fondo, la clase burguesa había sido minimizada a causa de haber sido duramente agredida por Trujillo, que se había apropiado de amplios patrimonios, como fue escandaloso con los de la familia Batlle.

La situación era tan especial que la burguesía tenía una posición generalizadamente antitrujillista. El origen de esa actitud es previo a la agresión económica del régimen, y su magnitud inusual se explica precisamente por dicha posición, que cabe situar en parámetros de identidad social, en lo que seguramente intervenían los conceptos sobre la "sociedad de primera." Por supuesto, al igual que en todas partes, los burgueses tenían que simular adscripción al régimen, aunque este no se preocupaba en especial de situarlos en posiciones del aparato público en Puerto Plata.

Pese a tal unanimidad opositora y a tantas agresiones del tirano, la porción prestigiosa de la burguesía se había retraído de toda forma de acción, en virtud de un conservadurismo consustancial, entendible tanto desde el punto de vista de los criterios políticos como de la cautela extrema ante el régimen y ante cualquier acto sedicioso. Así las cosas, el tirano ni se preocupó por estorbar las actividades del Club del Comercio, foco de la "sociedad de primera", que en Puerto Plata tenía uno de los modus operandi más excluyentes del país.

La gran excepción en el antitrujillismo beligerante entre los de primera se encontró en un grupo de notables, profesionales liberales e intelectuales, reconocidos como desafectos, entre quienes sobresalían José Augusto Puig, Pin Pelegrín, Germán Ornes, Rafael del Valle y Carlos Grisolía Poloney. Eran por igual de mentalidad conservadora, pero algunos como Puig trataban de estar en todas las conspiraciones. Este conglomerado de amigos ostentaba una suerte de representación virtual de la generalidad de la población, que no se expresaba, sobre todo de los círculos socialmente prestigiosos.

Se comprende que la base social activa del régimen fuera minúscula, compuesta esencialmente por burócratas de clase media, quienes tenían vedada la participación en los aludidos mecanismos de socialización. Eran unos cuantos carreristas que se tornaban fanáticos al haber accedido a una diputación o a puestos pobremente remunerados en la seccional de la Confederación de Trabajadores y otras agencias gubernamentales. Una parte de los integrantes de estos trujillistas provenían de la masa del pueblo, cuyos rangos mayoritarios son catalogados por los entrevistados como trujillistas, a causa de su ignorancia, con bastante más intensidad por ende en el campo que en la ciudad.

Esto último no tenía nada de raro en el país, aunque en verdad en Puerto Plata ofrecía connotaciones dignas de aclararse. En la ciudad, aunque la base de la oposición activa se hallaba en la precaria clase media, había sectores amplios de los trabajadores imbuidos del antitrujillismo, sobre todo los de cierta tradición urbana y con un mínimo grado de instrucción. En el campo, aunque la inmensa mayoría se reconocía por la adherencia al régimen, los conspiradores siempre contaban con personas de confianza, ya que existían franjas de "desafectos", aun fueran reducidas. Según argumenta Samuel Arias, estos opositores pertenecían a estratos no muy desfavorecidos del campesinado, con un "concepto" que los diferenciaba de los pobres más típicos. Lo interesante es que, con todas las especificaciones de lugar, no eran raros los campesinos y otros pobres dispuestos a correr riesgos; la mayoría opositora, como es lógico, seguía paralizada por el miedo.

En Puerto Plata existían, por ende, las condiciones para que, en el Movimiento 14 de Junio, se diera el caso límite de confluencia simultánea de trabajadores y campesinos junto a burgueses. Esto puede haberse debido a los efectos genéricos del prototipo cibaeño de conexión entre clases sociales, puesto que tendencias similares se encuentran por igual en Monte Cristy y Santiago, en cuanto a trabajadores, o en Moca y Salcedo, a campesinos. Pero debe agregarse como factor crucial la excepcional retroalimentación del espíritu opositor.

Ahora bien, aun en este panorama de oposición de espectro inusual, la formación del 14 de Junio correspondió a jóvenes de clase media, aunque había asimismo algunos de la burguesía. Los promotores se reconocían ante todo por pertenecer a familias irreductibles de enemigos. Era el caso de Fernando Cueto, hijo de Fernando Suárez, líder del Frente Interno, caído en combate como se ha visto. Por lo que refieren los testimonios de Cueto y Juan Carlos Morales, entre los promotores tempranos de lo que vendría a ser la seccional puertoplateña del 14 de Junio, aparte de ellos dos, sobresalieron Germán Silverio, Gerónimo Escaño y Odalís Cepeda.

Es presumible que ellos, que hasta entonces se limitaban a conversar, decidieran activarse a partir del triunfo de Castro en Cuba, tornándose junto a quienes los siguieron, como en todo el país, en partidarios del paradigma revolucionario. Empero, no incorporaban matices ideológicos definidos de ningún tipo. No se consideraban izquierdistas ni tenían noción alguna de marxismo o socialismo. Aspiraban a la caída de la dictadura y al establecimiento de un gobierno democrático, que de acuerdo a Juan Carlos Morales coadyuvara a mejorar la calidad de vida y a insuflar dignidad al pueblo. En tal sentido, los entrevistados perciben retrospectivamente una sólida homogeneidad de su conglomerado. No se habían orientado hacia la izquierda pero tampoco tenían en su seno el equivalente de una oposición conservadora. En vida de Trujillo no se registró ningún debate político o ideológico intestino entre los puertoplateños. Quizá dicha homogeneidad explica que en su buena mayoría se reincorporaran al 14 de Junio cuando pasó a funcionar en la legalidad tras la muerte de Trujillo. En este destino se revela una inclinación izquierdista, tenue y no racionalizada, ya lograda bajo la dictadura, contrastante con la postura de los profesionales notables, quienes pasaron a la larga a constituir el núcleo duro de la Unión Cívica Nacional.

En base al objetivo enunciado, a inicios de 1959, decidieron la creación de una organización dirigida a respaldar la previsible expedición. Para esto se pusieron de acuerdo fundamentalmente Silverio, Cueto y Morales, quienes tomaron las decisiones básicas incorporando a otras personas de confianza con las que venían conversando acerca de dicho propósito. Ante todo determinaron el material humano con el cual trabajarían, desechando la idea de conquistar a los notables, suponiendo que no aceptarían acompañarlos por considerarlos muchachos inexpertos. Adicionalmente, les interesaba en especial reclutar a quienes estuvieran en disposición de empuñar las armas al margen de ubicación social, nivel educativo o cualquier otro indicador, a no ser el de la edad: no debían ser maduros, pero tampoco demasiado jóvenes, ya que estos últimos podían cometer indiscreciones.

Antes de proceder a la formación de la organización, se constituyeron como comité de dirección, organismo en el cual integraron al doctor Antonio Vásquez y a Rafael Arzeno, dos de los pocos de mayor edad y de cierta prestancia social en el colectivo. No había jerarquías internas ni posiciones en dicho comité, aunque más adelante designaron a Silverio como "representante", ya que como universitario tenía mayor libertad de movimiento por el país, sin levantar sospechas. La incorporación de Vásquez y Arzeno no subsanó el hecho de que tuvieran un menor grado de involucramiento en las tareas prácticas, lo que no deja de constituir una señal sobre la fisonomía juvenil del colectivo.

En los primeros meses de 1959, a secuela de las iniciativas de este comité, quedaron estructurados varios grupos de acción de la organización clandestina. Se formaban por instancias del comité, el cual designaba al responsable y este entonces procedía a integrar a la gente de confianza, para en lo adelante operar con cierta autonomía. En esos meses quedaron formados los siguientes grupos:

-El dirigido por Odalís Cepeda, que incluía trabajadores de la Chocolatera Industrial. Este grupo estaba considerado muy sólido y tenía asignada tareas de sabotaje.

-El del Ingenio Monte Llano, cuyo responsable era Leonardo del Valle, químico en esa empresa. Del Valle es catalogado por sus compañeros como un sujeto de gran seriedad y fue ejecutado en El Nueve, antro de torturas.

-El grupo de Sosúa, que tenía por coordinador al doctor Alejo Martínez, uno de los luchadores más firmes de la provincia. Se reunía donde Victoria Vda. Arzeno. Martínez fue asesinado en un incidente callejero durante la lucha contra los remanentes de la dictadura, a mediados de 1961.

-El grupo de Imbert o Bajabonico, dirigido por el doctor Virgilio Reyes.

-El de la zona baja de la ciudad, dirigido por Félix Lahoz, uno de los escasos integrantes del Frente Interno de los años cuarenta que se insertó en el 14 de Junio.

-El colectivo de mujeres, bajo el control directo del comité y específicamente de Fernando Cueto. Tenían las damas por encomienda conseguir dinero y medicinas y confeccionar mochilas para la proyectada guerrilla. Se encontraban ahí, entre otras, Aída Arzeno, Ana Valverde Vda. Leroux, Argentina Capobianco, Italia Villalón, Elena Abréu, Carmen Jane Bogaert de Heinsen y Miriam Morales.

Más adelante, en la segunda mitad del año, se conformaron nuevos grupos, entre los que, aparentemente, sobresalieron tres, cuyas ubicaciones en parajes montañosos revelan la prioridad que se pasó a conceder a la guerrilla:

-El de Yásica, dirigido por Jesús María Alvarez (Boyoyo), que tenía la encomienda de conseguir los contactos que permitieran el levantamiento guerrillero, por lo que constaba de campesinos.

-El de Luperón, dirigido por un apellido Vargas, en que también había campesinos.

-El grupo de El Mamey, también uno de los más sólidos, dirigido por unos mellizos primos de Luis Gómez.

El ideal era que cada grupo operase como una unidad operativa con fines insurreccionales. Por eso no debían ser muy pequeños ni muy grandes, esto último por el peligro del espionaje. Quizá el promedio de integrantes de cada grupo era de unos diez integrantes; no obstante no había un número fijo, ya que no respondían a una estructura al estilo de La Trinitaria, como pensaron los agentes del Servicio de Inteligencia Militar, que erradamente extrapolaron la directriz en otras organizaciones. No había un criterio organizativo definido, dada la inexperiencia, operando de acuerdo a la fuerza de la inercia y de las circunstancias momentáneas. El grupo era más bien una unidad de combate, que no se reunía en plenaria, a no ser raramente, y que dependía por completo de las orientaciones de los responsables o de dos o tres de los más constantes, al tiempo que estos se subordinaban por completo al comité.

Llama la atención que los grupos estuvieran localizados fuera de la ciudad, con excepción de los dirigidos por Cepeda y Lahoz y el de las mujeres. Se infiere de ahí que el resto de personas estaban relacionadas por vínculos personales, pues varios de los presos en enero de 1960 residían en la ciudad.

Logrado el nivel referido de organización, se plantearon los objetivos, destacándose una serie de acciones de sabotaje. Fue una preocupación constante proveerse de armas cortas, a fin de tener un medio de protección cuando se realizasen dichos operativos. Al efecto, algunos de los más beligerantes hicieron rudimentarios ejercicios de entrenamiento militar en una residencia suburbana; ahí se destacaba Gerónimo Escaño, ex-militar, de valentía a toda prueba y de gran disposición al combate, al grado que pereció en el levantamiento guerrillero de noviembre de 1963.

Con esos antecedentes, fue casi por ósmosis que el colectivo puertoplateño se sumó al resto del movimiento nacional en gestación, a partir del contacto establecido por Juanchi Moliné, nativo de la ciudad y amigo de varios de los miembros del comité. Tras un contacto preliminar, hacia el mes de septiembre, se determinó la visita a Puerto Plata de Manolo Tavárez, principal organizador a escala nacional, acompañado de Cayeyo Grisanty, coordinador de Santiago, y de Leandro Guzmán. Tras ello, se selló el acuerdo tomado en el comité de Puerto Plata de sumarse a los trabajos nacionales. Los contenidos políticos que fueron planteándose en lo adelante contribuyeron a solidificar esta integración, como la adopción del programa de los exilados del Movimiento de Liberación Dominicana.

Expedición Militar de Constanza, Maimón y Estero Hondo


Expedición militar antitrujillista que en junio de 1959, desembarcó por el poblado de Constanza y por las playas de Maimón y Estero Hondo.

El grupo de luchadores antitrujillistas que efectuó este hecho heroico, fue entrenado militarmente en el campamento guerrillero ubicado en la finca «Mil Cumbres», de la provincia cubana de Pinar del Río. Otro grupo que no llegó a desembarcar, se entrenaba en «Madruga», provincia de La Habana.

La expedición fue organizada por el Movimiento de Liberación Dominicano, con el concurso de los gobiernos venezolano y cubano.

Enrique Jiménez Moya, comandante en jefe del Ejército de Liberación Dominicana, arribó al país el 14 de junio de 1959, a las seis y veinte minutos de la tarde, en un avión pintado con las siglas de la fuerza aérea de Trujillo. El aterrizaje se produjo en el aeropuerto militar de Constanza, una ciudad dominicana enclavada en las montañas.

En el avión, piloteado por el venezolano Julio César Rodríguez y el expedicionario dominicano Juan de Dios Ventura Simó, ex capitán de la Fuerza Aérea Dominicana, vinieron cincuenta y seis combatientes. El aparato emprendió vuelo después de dejar en tierra a los expedicionarios. El piloto venezolano condujo el avión en su viaje de regreso.

El aterrizaje debió realizarse inicialmente en San Juan de la Maguana, pero las condiciones atmosféricas imperantes en ese momento en la República Dominicana, obligaron a los expedicionarios a dirigirse hacia Constanza.

Al pisar tierra dominicana, Jiménez Moya y sus acompañantes intercambiaron disparos con militares que se acercaron al aparato para indagar sobre el aterrizaje. Luego se internaron en las montañas. El arribo del avión se había coordinado con la llegada simultánea de lanchas que conducían a los demás expedicionarios, pero se presentaron inconvenientes que retardaron el desembarco marítimo hasta el 20 de junio. En esa fecha, arribó al país por Maimón la lancha «Carmen Elsa», comandada por el doctor José Horacio Rodríguez, egresado de la Universidad de Harvard. Ese mismo día desembarcó en la playa de Estero Hondo, la nave «Tinina» con José Antonio Campos Navarro, como comandante de otro grupo que llegó al país en ella.

Un número considerable de guerrilleros que arribaron a la República Dominicana por Maimón y Estero Hondo murieron en el desembarco cuando fueron atacados por unidades navales y aéreas del régimen de Trujillo. El resto se internó en las montañas, donde libraron combates con las tropas del gobierno hasta que fueron apresados o muertos. Por su parte, los expedicionarios de Constanza tenían instrucciones de no presentar batalla hasta que llegaran las dos lanchas. Perseguidos por las tropas trujillistas, denunciados por campesinos con los cuales establecieron contactos y bajo el permanente acoso del hambre, los combatientes del Ejército de Liberación Dominicana, fueron aniquilados poco a poco.

Juan de dios Ventura Simó fue capturado el 17 de junio, mientras que el comandante Jiménez Moya, murió a fines de ese mes. Diezmados y dispersos en las frías estribaciones de Constanza, los expedicionarios de junio libraron intensos y desiguales combates contra las tropas del régimen. El 30 de junio se libró uno de los más grandes encuentros con las tropas trujillistas. El expedicionario Johnny Puig Subirá, relator de la jornada en su diario de campaña, describió el encuentro con las siguientes palabras:

«A las dos menos cuarto se produjo el ataque. Estábamos acampados en un par de bohíos. A mi entender, la causa de la sorpresa fue el resultado natural de la falta de organización militar que nos aqueja desde un principio.

«A la hora de empezar la batalla, la mitad de la gente estaba semivestida y sin armas a su alcance, y lo peor, no se había acordado de antemano y puesto en conocimiento de todos algo tan elemental como nuestra posición en caso de ataque, con la natural vía de retirada cubierta. De pronto las balas empezaron a llover sobre los bohíos desde un frente de cuatro árboles.

«En una forma u otra -sigue relatando Johnny Puig Subirá en su diario de campaña- los que allí estábamos empezamos a desplegarnos en esa dirección (hacia un río) en medio de un violento intercambio de fuego. A Fellín (Rafael Moore Garrido) lo hirieron estando al lado mío en un brazo y una pierna, de modo que el pobre quedó completamente inutilizado para retirarse con nosotros. Le puse un torniquete en el brazo. Lo último que dijo fue: "que se ocupen de mi viuda y de mis hijos..."»

En su diario, el expedicionario de junio llegó a la conclusión de que en ese encuentro «tienen que haber caído muchos de los nuestros... Hemos quedado completamente aislados de los compañeros y no tenemos la cuenta exacta de cuántos quedan, quiénes son, dónde están o hacia dónde van...» (Diario de Campaña de Johnny Puig Subirá Miniño. Revista Ahora, núm. 606, 23 de junio de 1975 páginas 12-10).

Se presume que el 4 de julio de 1959 fue aniquilado el último grupo de guerrilleros de Constanza, porque en esa fecha se interrumpió el diario de campaña de Juan Enrique Puig Subirá (Johnny).

La mayoría de los expedicionarios capturados por el régimen de Trujillo fueron torturados en las cárceles del gobierno, especialmente en «La 40» y en «El 9». Sobrevivieron a la gesta de junio los dominicanos Poncio Pou Saleta, Mayobanex Vargas, Francisco Medardo Germán y los cubanos Delio Gómez Ochoa y el jovencito Pablito Mirabal. Gonzalo Almonte Pacheco, un expedicionario que después de ser apresado fue fotografiado junto a su madre, mientras Trujillo supuestamente lo amnistiaba, fue ultimado varias semanas después por personeros del régimen.
El ideario político de los expedicionarios de junio está contenido en el Programa Mínimo del Movimiento de Liberación Dominicano. En la expedición participaron exiliados dominicanos de varias tendencias políticas entre quienes se incluían marxistas y demócratas liberales.

La gesta de Constanza, Maimón y Estero Hondo produjo un recrudecimiento de la oposición política nacional e internacional contra el régimen de Trujillo. Inspirado el ideario político de los expedicionarios de junio, fue organizado un movimiento clandestino denominado «14 de Junio» bajo la dirección del doctor Manuel Aurelio Tavárez Justo (Manolo). Esa organización adoptó el Programa Mínimo que enarbolaron los participantes de la gesta de Constanza, Maimón y Estero Hondo.

Los restos expedicionarios de junio reposan en monumento levantado a su memoria por la Fundación de los Héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo.

En ese monumento también se guardan para recuerdo de las generaciones venideras, cantimploras, botas, banderas, así como diversos objetos personales de los expedicionarios.

He aquí la lista de los participantes en la gesta de junio de 1959, elaborada por la Fundación de Héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo.

Constanza: Antonio Javier Achécar Kalaf, Augusto Juan Alfonseca Espaillat (Puro), Juan Antonio Almánzar Díaz, Juan Antonio Batista Cernuda (Chepito), Gaspar Antonio Rodríguez Bou (Napy), Carlos Luis Cabral Manzano, Félix de los Santos Peralta (Esperanza), Alejandro César Domenech Russo, Miguel Angel Feliú Arzeno (Miguelucho), Pedro Pablo Fernández Cruz, Freddy Guerra Aponte, Ing. Leandro Efraín Guzmán Abreu, Pedro Pablo Fernández Minaya, Rafael Henríquez Rodríguez (Chapú), Francisco Napoleón Hermón Machuca (Papito), Cmdte. Enrique Augusto Jiménez Moya, Leopoldo Jiménez Nouel, Héctor Mateo Calcagno (Mateíto), Dr. Rafael Mella, Rafael Moore Garrido (Fellín), José A. Patiño Martínez (Chepito), Rafael Tomás Perelló Díaz, Federico Augusto Pichardo Díaz, Juan Enrique Puig Subirá Miniño (Johnny), Héctor Enrique Ramírez Castillo (Henry), Cosme Augusto Rojas Pérez, José Andrés Rolán Pérez, Rafael Osvaldo Ross Thomen, Luis Conrado Ruiz (Peligro), Reinaldo Santiago Pou, José Antonio Spignolio Mena (Cuco),Alcibíades Antonio Tavares Pepín (Pigin), Alejandro Fidel Torres (Langue), Juan de Dios Ventura Simó, Víctor Eligio Mainardi Méndez, Rafael Parache.

Estero Hondo: Carlos Aponte Willard, Simplicio Belfod Santos, Pedro Antonio Casado Jiménez, José Antonio Campos Navarro (Tony), Máximo Emilio D'Oleo Gimbernard, Vicente Mario Gómez Monatán, Persio Oscar Grullón Castro, Alberto Herrera Moreno (Bertico), Manuel Lorenzo Carrasco, Andrés Lozano Guzmán, Dr. Felipe Maduro Sanabia, Víctor Manuel Mainardi Reyna (Sillín), Jaime Manuel Martínez Rodríguez, Antonio de Jesús Minaya Fernández, Héctor Bienvenido Olivier Romero (Papi), Alberto Perdomo, Manuel de Jesús Perozo Chicón (Masú), Elpidio Sanabia Valverde (Pillo), Dr. Octavio Augusto Mejía-Ricart Guzmán, Doctor Guillermo Augusto Sánchez Sanlley, Alfonso José Santiago, Francisco A. Ubiera, José Rafael Federico Valverde Cruz, Rafael Quezada Jiménez (Lulú), Dr. Aquiles Rodríguez (Quilito).

Maimón: Miguel Alies Messon, Doctor Miguel Alvarez Fadul, Miguel Jacobo Amarante Sevillano, Francisco José Aponte Williard, Ramón José Sebastián Asensio Valverde, Alejandro Báez y Báez, Enrique Belliard Sosa, Dr. Toribio Bencosme Rodríguez, José Fabio Bergés (Grillito), Pedro Julián Bonilla Aybar, Domingo Cabrera Martínez, Julio César Castillo Cruz, Fernando Cestero Martínez (Chichí), Rubén Cordero García, José Ramón Enrique Cordero Michel, Ramón Aníbar Castro Sánchez, Manuel Delgado López, Héctor Emilio de Giudice Herrera, Manuel José del Orbe, Augusto Eufemio Dohse Jorge (Buby), Silvio Augusto Domínguez López, Guillermo Eustaquio Ducoudray Mansfield, Julio Raúl Durán García, Gabriel Emilio Fernández Mármol (Pipí), Juan Figueroa Reyes, Bienvenido Fuertes Duarte, Ercilio García Bencosme (Cilo), Sergio Manuel Ildefonso Genao (Capori), Fernando Gody, Francisco José Grullón Martínez (Frank), Eugenio Grullón González, César Federico Laranquent, José Caonabo Lora Martínez, Juan José Mateo Adames, Conrado Martínez Hernández, Eduardo Salvador Martínez Saviñón, Miguel Meléndez, Dr. Antonio Moca Ricart (Tony), Fernando Ozuna, Herminio Ripoll, Moisés Rubén Agosto Concepción, Dr. José Horacio Rodríguez Vásquez.

Cubanos: Enrique Betancourt Carilli, Froilán Flores, Ramón López López (Nene), Frank López Rodríguez, Roberto P. Pichardo Caminada, Oscar Reyes Medina (Cohetico), Aldo Rodríguez Pérez, Antonio Sánchez Pérez, Ricardo Vasallo Alfonso, Oscar Luis Vega Acosta, Luis Cárdenas Betancourt.

Español: Francisco Alvarez.

Puertorriqueños: Luis Alvarez, Luis Ramón Reyes, Juan Reyes, Ramón Ruiz.

Venezolanos José Altagracia Arias Quintero, Diego Avila Piller, Juan Cárdenas Soto, José Isaac Molina González, Generoso Hernández, Pedro José Linares Badillo, Luis Alfonso Medina Rosales, José Luis Rodríguez, Luis Cárdenas Betancourt.

Norteamericanos Larry Beevins, Charles White.

Cayo Confite y Luperón

"En función al auge de la oposición internacional a Trujillo y el apoyo que concitaba, los exiliados se compactaron con el propósito de realizar, a corto plazo, una expedición que derrotara al ejército dominicano (...) gracias al apoyo del gobierno de Cuba y la compactación que logró promover, en base a su enorme fortuna, el recién exiliado Juan Rodríguez, se organizó, en Cayo Confite -un islote cercano de la costa norte de Cuba- un contingente expedicionario en el que se encontraban directamente involucradas personalidades influyentes de ésepaís."
(Roberto Cassá)

Tras numerosos problemas, los 1,300 expedicionarios fueron trasladados a Cayo Confite, y en medio de penosas condiciones, iniciaron el entrenamiento militar, acumulando una gran cantidad de material bélico. Entre algunos de los integrantes del contingente podemos citar a Juan Rodríguez García, el Profesor Juan Bosch, Juan Isidro Jiménez Grullón, el Gral. Miguel Angel Ramírez Alcántara, Diego Bordas, Horacio Julio Ornes, entre otros.

"De los 1,300 hombres, los dominicanos no éramos ni 400. La inmensa mayoría eran cubanos. La inteción de ir a liberar a Santo Domingo era realmente un ideal de muchos de ellos. Pero también había algunos que al margen de los ideales estaban allí por espíritu de aventura y no pocos por afán de lucro."

Por la propia dinámica de la política interna de Cuba y por presiones y componendas de Trujillo , el campamento fue desamparado y muchos de sus integrantes apresados. Trujillo además había logrado que los Estados Unidos suspendieran la venta de armas al grupo guerrillero.

Utilizando los pertrechos que se salvaron de Cayo Confites y con el apoyo de Juan Rodríguez, un rico propietario de tierras de La Vega, un grupo de exiliados antitrujillistas penetró al país por la bahía de Luperón, en la costa norte del territorio nacional, el 19 de julio de 1949.

Habían partido de Guatemala en un hidroavión tipo PBY Catalina. Otros dos aviones estaban supuestos a arribar en La Vega y en San Juan de la Maguana; uno de ellos, donde iba el contingente dirigido por Juan Rodríguez, se encontró con una tormenta y con suerte se salvaron los pasajeros aterrizando en territorio costarricense . El otro trasnportaba el contingente encabezado por Miguel Angel Ramírez, y fueron apresados por militares mexicanos, cuando ejecutaron un aterrizaje en la isla de Cozumel a reabastecerse de combustible.

El grupo que amarizó en la Bahía de Luperón estaba integrado por Horacio Ornes Coiscou, quien lo comandaba, Tulio H. Arvelo, Federico Horacio Henríquez Vázquez (Gugú), José Rolando Martínez Bonilla, Miguel A. Feliú Arzeno (Miguelucho), Hugo Kunhardt, Salvador Reyes Valdéz y Manuel Calderón Salcedo, dominicanos; Alfonso Leyton, costarricense; Alejandro Selva, Alberto Ramírez y José Félix Córdoba, nicaragüenses.

De éstos, murieron en combate o fueron asesinados por Trujillo: Gugú Henríquez, Manuel Calderón Salcedo, Alejandro Selva, Alberto Ramírez, Hugo Kunhardt y Salvador Reyes Valdez. Miguelucho Feliú posteriormente formó parte del contingente de la gesta de Constanza, Maimón y Estero Hondo, cuando cayó abatido 10 años después.

"Cuando Trujillo se enteró del desembarco, inmediatamente ordenó que la casa en que tenía ubicados a Fernando Suárez y a Fernando Spignolio fuera atacada por las fuerzas del ejército.

"Cuentan los vecinos que los soldados fueron implacables y que después de una verdadera batalla campal en la que los líderes del Frente Interno se defendieron valientemente, al fin sucumbieron por lo desigual de las fuerzas. Los cadáveres de ambos fueron sacados de la vivienda y acribillados a balazos."
Los antitrujillistas que llegaron al apartado poblado de Luperón no pudieron hacer contacto con la resistencia clandestina de la ciudad de Puerto Plata, como fue previamente acordado. Frustrados y desairados por la falta de apoyo, decidieron abortar la misión y escaparse por lo menos con sus vidas. En su intento de despegar de la bahía en el PBY fracasaron y no pasó muchos antes de que fueran capturados y muertos, la mayoría, por los esbirros del tirano.

'Dictadura de Trujillo'
Hidroavión semejante al usado en Bahía Luperón.

Condición en que quedó el Catalina luego de ser
atacado por la Marina trujillista.

Presos: Horacio Ornes, Tulio Arvelo, Martínez
Bonilla, Miguelucho Feliú y Félix C

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